El uso de preservativos puede disminuir el riesgo de infección por el virus del papiloma humano (VPH) y las enfermedades asociadas como verrugas genitales y cáncer de cuello uterino.
Hay dos formas principales de transmisión de las infecciones de transmisión sexual. Algunas enfermedades, como la infección por el VIH, la gonorrea, la clamidia y la tricomoniasis se transmiten cuando las secreciones infectadas de la vagina o la uretra entran en contacto con superficies mucosas (como la uretra masculina, la vagina o el cuello uterino). En cambio, las enfermedades que producen úlceras genitales (como herpes genital y sífilis) y la infección por el virus del papiloma humano (VPH) se transmiten fundamentalmente mediante el contacto con la piel infectada o las superficies mucosas.
En función de cómo se transmite la enfermedad y el tipo de ITS, los condones proporcionan diferentes niveles de protección. En general, el preservativo impide el contacto entre el pene de la persona que lo usa y las secreciones genitales, la mucosa o la piel de la pareja sexual. Así, para las enfermedades transmitidas por secreciones la protección es muy alta y disminuye para las patologías que también pueden transmitirse mediante la exposición a áreas no cubiertas o protegidas por el condón, como la piel u otras superficies mucosas.
La infección del VIH es, en gran medida, la ITS que provoca la mayor cantidad de fallecimientos. Existen considerablemente más pruebas científicas sobre la eficacia de los condones en la prevención de la infección por el VIH que de otras ITS. El conjunto de investigaciones realizadas al respecto no es solo exhaustiva sino también irrefutable. La eficacia de los condones de látex para prevenir la transmisión del VIH se ha determinado de manera científica en estudios reales realizados con parejas sexualmente activas y también en estudios de laboratorio.
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