Ser madre en edades tempranas suele suponer un reto, ya que es algo complicado de aceptar y suele estar “mal visto” por la sociedad.
Es un reto en todos los sentidos: cuanto más joven seas, más probable será que tu embarazo requiera atención y algunos cuidados especiales. Esto no significa que no puedas tener un bebé muy sano y disfrutar la experiencia de ser mamá. Y aunque es posible que no hayas planeado este embarazo puedes tener un gran futuro para ti y tu bebé.
No importa la edad, la primera recomendación para cualquier futura mamá es pedir cita con tu ginecólogo en cuanto se retrase tu periodo o sospeches que estás embarazada. Algunas mamás muy jóvenes esperan demasiado a veces por no saber qué hacer o por temor y esto puede afectar su embarazo de forma negativa.
Aunque te sientas bien, es fundamental que vayas al médico desde el principio de tu embarazo porque durante el primer trimestre te harán muchas pruebas y exámenes.
Si no cuentas con el apoyo de tus padres, o si ellos desconocen tu embarazo, ten presente que el doctor no tiene la obligación de informarles. Además, tu médico puede aconsejarte sobre cómo comunicarles a tus padres tu embarazo, y ayudarte a encontrar los recursos y apoyo que necesites.
Los riesgos de un embarazo antes de los 20 años
Las estadísticas apuntan a una serie de problemas y complicaciones médicas que ocurren con mayor frecuencia en mamás de menos de 20 años. Aumentan las probabilidades de que tengas:
- Un parto prematuro
- Un bebé con bajo peso al nacer
- Anemia
- Hipertensión
- Enfermedades de transmisión sexual
- Depresión o ansiedad
Estos riesgos son reales y suelen ser más frecuentes en adolescentes de 16 años pero todo esto no quiere decir que te vaya a suceder o tengas más complicaciones. A pesar de los desafíos que enfrentarás en tu nuevo papel de mamá, tienes a tu favor la energía y el entusiasmo de ser joven.
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