El bebé: Desarrollo en la semana 7 de embarazo.
El bebé está creciendo muy rápidamente, de hecho al principio de esta semana medirá entre 4 y 5 milímetros, y al final de la misma habrá doblado su tamaño hasta tener una longitud craneocaudal (esto es desde la cabeza al coxis) de alrededor de 1 cm.
Aún su cabeza es muy grande en comparación con el resto del cuerpo y una extremidad opuesta en forma de pequeña cola curvada empieza a enderezarse, apareciendo vestigios de las piernas y los brazos en forma de cuatro pequeños apéndices microscópicos.
En cuanto a los órganos, el corazón se ha dividido en dos cámaras: izquierda y derecha, los pulmones permiten ya el paso del aire a través de un bronquio primario. El cerebro también se divide en dos hemisferios y va aumentando de tamaño. Se están desarrollando los intestinos y el páncreas empieza a producir insulina.
La placenta sigue creciendo y formándose, y empezará a pasar nutrientes del cuerpo de la madre al bebé y retirará sus productos de deshecho. El cordón umbilical, nexo imprescindible entre madre e hijo, también empieza a crecer y ensancharse.
La madre: Cambios en la madre en la semana 7 de embarazo
Es posible que la madre siga con náuseas, cansada y con sensación de hinchazón abdominal. También aumenta la sensibilidad, mostrándose triste o emotiva y pudiendo llorar con facilidad ante cualquier comentario o situación.
Puede sufrir también de jaquecas, y muchas embarazadas se quejan de estreñimiento a pesar del breve tiempo de gestación, esto es debido a que el movimiento intestinal se ralentiza por el aumento de las hormonas relaxina y progesterona, acompañándose a veces de hemorroides.
Es importante, para evitar en la medida de lo posible el estreñimiento, tomar alimentos ricos en fibras, así como aumentar los líquidos en la dieta. También puede ser de gran ayuda caminar o realizar algún tipo de ejercicio de forma habitual para mejorar el tránsito intestinal.
Si la embarazada visita al ginecólogo en esta semana, es posible que se le realice una ecografía vaginal, donde se apreciará una vesícula gestacional de unos 3 cm, con un embrión en su interior de alrededor de 1 cm, pero sin forma determinada. También el corazón del embrión se ve latir muy rápidamente.
Si aún no se ha realizado la prueba de embarazo, es momento de realizarla, y en caso de un positivo, es hora de ponerse en manos de los especialistas, que abrirán la historia clínica, pesarán a la gestante, le tomarán la tensión y se encargarán de todo lo necesario para llevar a buen término su gestación.
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