La inseminación artificial es una técnica de reproducción asistida rápida, sencilla e indolora. Se realiza en la consulta de ginecología, y no requiere de anestesia. En los casos de infertilidad de causa desconocida es la primera en utilizarse, en los demás casos hay que estudiar las causas y actuar conforme se obtengan los datos clínicos.
Básicamente lo que se hace en la inseminación es introducir una cánula cargada de espermatozoides hasta el cérvix uterino, donde se van depositando los espermatozoides lentamente, una vez allí, los espermatozoides se dirigen hacia las Trompas de Falopio para encontrarse con el óvulo.
Como todo tratamiento la inseminación artificial lleva un proceso que incluye varias etapas:
Estimulación de la ovulación: Se receta a la mujer gonadotropinas, que son hormonas que regulan diversas acciones del ciclo reproductivo, con el fin de estimular el ciclo ovárico y tener más facilidades para conseguir el embarazo. El especialista será quien indique la dosis de este medicamento y también quien vaya haciendo un control del ciclo menstrual de la paciente.
A través de ecografía transvaginal y análisis de estradiol en sangre, se controlará la maduración folicular y el número de folículos para evitar el embarazo múltiple.
Aunque la mujer no tenga, a priori, ningún problema de fertilidad, se debe estimular el ciclo ovárico por varios motivos: Tener el ciclo ovárico controlado, y aumentar las posibilidades de éxito, facilitando la probabilidad de que el espermatozoide se encuentre con el óvulo.
Recogida y preparación del semen: Para este segundo paso es importante la abstinencia sexual del varón entre 3 y 5 días antes de que se lleve a cabo la recogida del semen. Hay que controlar también el tiempo que pasa entre la eyaculación y la recogida, así como los días transcurridos entre la eyaculación y la inseminación.
Inseminación: Aproximadamente 24 horas antes de depositar el semen en el útero de la mujer a través de la cánula de inseminación, se inyecta la hormona hCG a la paciente para promover la ovulación, de tal manera que cuando el óvulo salga del folículo el semen esté ya esperando. El semen sobrevive en el interior del aparato reproductor femenino de 3 a 5 días, mientras que el ovocito tan sólo tiene una supervivencia de 24 horas una vez ha ovulado.
Una vez realizada la inseminación se deja a la mujer reposar entre 15 y 30 minutos. Pasado este tiempo la mujer puede abandonar la clínica y continuar con su vida habitual, recomendando siempre una vida tranquila, sin esfuerzos excesivos y sin alteraciones.
Un par de semanas después se realizará el análisis sanguíneo de la hormona beta-hCG que determinará si la inseminación ha sido exitosa y ha conseguido su objetivo.
En caso de un resultado del test de embarazo negativo, se puede volver a realizar la inseminación modificando la pauta de estimulación o controlando mejor el momento de la ovulación.
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