A la mayoría de las mujeres, la visita al ginecólogo les da pereza, vergüenza e incluso miedo. Sin embargo, la consulta a este especialista es esencial para resolver todas las dudas y para prevenir algunas de las enfermedades más graves y frecuentes en la población femenina en las diferentes etapas de su vida: VPH y cáncer de cuello de útero, cáncer de mama u otras enfermedades de transmisión sexual.

En el caso de las mujeres españolas, las cifras parecen mostrar que no existe una conciencia generalizada sobre la conveniencia de realizarse revisiones ginecológicas periódicas. Según datos de la última Encuesta Nacional de Salud, solo un 27% de las mujeres entre 15 y 65 años ha acudido al ginecólogo hace uno y tres años por un motivo diferente al embarazo o parto. Las mujeres de más edad asisten con menos frecuencia a la consulta ginecológica: hace más de tres años que no acuden un 44% de las mujeres entre 65 y 74 años, y un 62% las de entre 75 y 84 años. Por el contrario, la frecuencia en la realización de citologías vaginales es alta: más de un 70% de mujeres entre 25 y 65 años se ha hecho una citología vaginal en los últimos tres años.

Abundando en los datos de prácticas preventivas, y tal como refleja esta Encuesta, un 77,1% de mujeres de 50 a 69 años se realizaron una mamografía para la detección precoz de cáncer de mama en los dos últimos años, según la pauta recomendada. El porcentaje de mujeres que nunca se ha realizado una mamografía es un 7,6%.

La visita al ginecólogo suele comenzar con la elaboración de una historia clínica en la que se evalúan datos relacionados con la menstruación (edad de inicio, frecuencia, dolor…), con la actividad sexual, con el uso o no de métodos de control de la natalidad, con embarazos y complicaciones si los hubo, si se practica la autoexploración de mamas, antecedentes familiares de enfermedades relevantes, intervenciones quirúrgicas, etcétera. Esta parte se complementará, si el médico lo considera oportuno, con un examen abdominal y pélvico, una citología (Test de Papanicolau), una ecografía vaginal o abdominal, palpación de mamas, análisis de orina o colposcopia. Las mamografías suelen estar indicadas a partir de los 50 y hasta los 69 años y repetirse cada dos años, siempre y cuando sean normales y no haya antecedentes de cáncer de mama o se presenten otros factores de riesgo.

El objetivo principal de una revisión ginecológica es descartar que no existan cambios en los órganos reproductivos que puedan indicar riesgo de desarrollo de enfermedad. Si se detecta de forma precoz, las posibilidades de tratamiento son más altas.