Según la literatura científica y algunos expertos, el origen es multifactorial. Uno de los factores se denomina gonadotropina coriónica (Beta-hCG), una hormona que se sintetiza sólo en el embarazo, desde que el embrión se implanta en la pared uterina. Aparte de ayudar a confirmar el positivo de la gestación en la analítica, también aumenta el riesgo de náuseas y vómitos.

Los niveles de esta hormona se multiplican hasta que alcanzan su punto máximo aproximadamente a las ocho semanas de embarazo. A partir de este momento, ydurante los dos siguientes meses, empiezan a disminuir. Y, por lo general, la misma evolución toman las náuseas, que cada vez van a menos y desaparecen. “Los niveles de la gonadotropina coriónica son más altos para mantener el embarazo durante las primeras semanas”, apunta Reyes Oliver, ginecóloga del Hospital 12 de Octubre de Madrid. Quizás por eso exista la creencia popular de que estos síntomas son signo de que el embarazo evoluciona adecuadamente. Cabe puntualizar que hay un 20% de embarazadas que no sufre naúseas y todo transcurre de forma favorable.

Según las estadísticas, el 70% de los casos de náuseas y vómitos en el embarazo ocurren entre la cuarta y la séptima semana; el 60%, antes de la semana 12; sólo el 10% de las gestantes continúan con estos síntomas a partir de la 16 y entre el 1% y el 20%, más allá de la semana 20.

Sólo un pequeño porcentaje, entre el 0,5% y el 2% de las embarazadas, sufre la forma más grave de esta situación clínica, conocida como hiperemesis gravídica. “Ocurre cuando las náuseas y los vómitos son persistentes y se asocian con pérdida de peso y alteraciones hidroelectrolíticas en los análisis”, expone la ginecóloga del 12 de Octubre. “En estos cuadros graves destaca la hiperproducción de la gonadotropina coriónica”. Se desconocen las razones, aunque hay algunos factores que pueden influir, como embarazos múltiples o enfermedad trofoblástica (crecimiento de tumores dentro del útero de una mujer).

Para aliviar las náuseas típicas del comienzo del embarazo, hay algunas estrategias. Parece que la ingesta de los complementos vitamínicos de forma periconcepcional ayudan a reducir las náuseas y los vómitos. Si la sensación de náuseas se concentra en la mañana, puede funcionar comer galletas antes de empezar el día. También “recomendamos comidas frecuentes y poco abundantes, repartiendo la ingesta en un mínimo de cinco comidas. No deben pasar más de tres horas de ayuno”, señala Oliver. Conviene evitar las comidas muy grasas y picantes. “Los alimentos que se toleran mejor en estas condiciones son los hidratos de carbono”. Además, el jengibre puede ser un gran aliado. Según la ginecóloga, “hay ensayos clínicos que al compararlo con placebo demuestran que las náuseas y los vómitos mejoran bastante con el jengibre. Lo hay en pastillas y alimentos como galletas”. Por otro lado, también en la farmacia se puede adquirir el famoso caribán (doxilamina y piridoxina ), el medicamento indicado para este problema durante el embarazo.

Cuando las náuseas y vómitos del embarazo condicionan la analítica de la embarazada, entonces “hay que ingresarla para reponer los niveles hidroelectrolíticos y poner un tratamiento frente a los vómitos, de forma gradual. Primero, con metoclopramida (Primperan) intravenoso y después se van añadiendo otros medicamentos. El último recurso son los corticoides, cuando los cuadros son muy graves”.

El jengibre, aliado (para algunas)

El jengibre, una raíz con un aspecto poco atractivo a primera vista, se ha utilizado ampliamente en la medicina tradicional china como un remedio natural contra las náuseas. Su principal componente activo, el gingerol, parece tener la capacidad para relajar los músculos gastrointestinales y algunos estudios han demostrado su capacidad para aliviar las náuseas que provocan algunos tipos de quimioterapia. En el caso del embarazo, como explica la doctora Paula Jiménez Fonseca, oncóloga del Hospital Central de Asturias, el efecto antiemético observado en los estudios es menor de lo que se comenta en muchas páginas webs; “aunque es una opción segura para estas mujeres que no tienen otra alternativa por su estado”, explica esta especialista. La dosis de jengibre que sí ha demostrado utilidad en los ensayos clínicos es de50 mg de extracto de jengibre estandarizado en comprimidos. “Esa palabra puede sonar a matemáticas, pero es importante porque quiere decir que ha pasado un proceso químico y que el contenido del comprimido tiene las concentraciones que se dice”. Para alcanzar la misma dosis directamente de la raíz natural habría que consumir unos 500 mg, por lo que la especialista argumenta que muchas personas podrían no sentir beneficios simplemente porque no alcanzan la dosis óptima. Aunque los ensayos han demostrado que es un remedio seguro (“en embarazadas, dos comprimidos al día”), Jiménez subraya una única contraindicación las personas con problemas de osbtrucción de las vías biliares (“los famosos cálculos”) no deberían tomar jengibre. Algunas embarazadas también pueden experimentar ritmo cardiaco irregular y reflujo tras su consumo.

Fuente: elmundo.es